Nuria Barbosa León,
periodista de Granma
Internacional y Radio Habana Cuba

En ese empeño Mariluz León Ávila, con sólo
once años de edad decide ser educadora y matricula en la Escuela Formadora
de Maestros Salvador Allende que se inauguró en la capital cubana en 1974.
El plantel se visualiza desde la avenida
Boyeros, toma un área perimetral extensa de varios edificios, con canchas
deportivas, piscinas y estadios, laboratorios bien equipados para el
aprendizaje de las ciencias, bibliotecas, teatros, espacios para el desarrollo
de las artes plásticas, la música, la danza y la literatura.
Los mismos estudiantes seleccionaron el
uniforme a utilizar y los educandos de las escuelas pedagógicas lucían el color
verde, zapatos negros, medias blancas hasta las rodillas para las hembras,
saya-short oscura, blusa clara, corbata y un cintillo para el pelo. Los varones
adoptaron el mismo color pero con pantalones largos.
Mariluz recuerda los caballetes para pintar óleos,
los talleres de cerámica, instrumentos musicales, y equipos de sonido puestos a
disposición de los estudiantes que se complementaban con la labor de extensión
educacional en la visita a museos, teatros, estadios, cines, festivales
culturales y charlas políticas en los días de plenos y asambleas.
Su memoria guarda el momento de asistir, por
primera vez, al teatro García Lorca y disfrutar de la obra “El Lago de los
Cisnes”.
Ellos ocuparon las mejores lunetas. Con el
aire acondicionado y la música clásica de fondo, la mayoría de los jóvenes se quedaron
dormidos, algo que molestó al público asistente.
Al llegar a la escuela, la Directora Zonia
Romero, los reunió y trazó un plan de actividades para la semana próxima, donde
se les explicó el origen de la danza clásica, los pasos fundamentales, las
acrobacias, coreografías y la interpretación de los bailarines.
En la otra función, los estudiantes quedaron
deslumbrados con la actuación.