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viernes, 14 de diciembre de 2012

Una cubana más

Por Nuria Barbosa León, periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba
En su natal Camagüey, Olga Lidia Solís Arias conoció de las primeras reglas del baloncesto en la década del 60. Aunque no participó en torneos internacionales importantes ama al deporte y dedica su labor profesional a la selección, preparación y atención a los atletas.
En sus estudios de secundaria y preuniversitario defendió equipos en varias competencias dentro del país y merece ser incluida en la preselección nacional, de ahí cursa la licenciatura en Cultura Física en la capital cubana para luego dedicarse a impartir la asignatura de Educación Física en una escuela primaria por 25 años.
Enseñar a niños la curte en proponer a los entrenadores los talentos deportivos, pero su mayor logro consiste en aglutinar a más de 150 educandos en una tabla gimnástica para participar en festivales deportivos a nivel de municipio y provincia.
Para elaborar su tabla, selecciona a los niños que por lo general están a la zaga, rechazan las prácticas, y no aman al deporte, pero por la presión de ir a un evento y quedar bien ante un público los hacen ganar en disciplina, responsabilidad y ansiar el bien colectivo por encima del individual.
Con esa experiencia elaboró una tesis de maestría y por sus resultados profesionales la condujeron a prestar colaboración técnica en Venezuela.
Llega al estado de Anzuátegui en agosto del 2007 y en su trabajo atendió las labores de deportes del parque del gobernador inscripto por Eloy Alfaro, en la Parroquia Puerto la Cruz, del municipio Zotillo, consistente en las terapias deportivas para adultos y de la tercera edad.
Para su sorpresa también impartió clases en la escuela privada “Luces y Virtudes” donde prima el individualismo, los niños gustan hacer su placer ante cualquier actividad diaria, se le justifica porque pagó por estar en ese lugar y le es permitido su voluntad.
En los primeros ensayos, los niños no se concentraban, pedían ir al baño, comer merienda, tomar agua y liberar energías en cualquier momento, lo cual no favorecía para realizar una coreografía que requiere concentración y paciencia.
Por tanto fijar horarios en la práctica con receso de cinco minutos cada media hora, hablar con los infantes en privado y atacar las causas de cada reacción negativa en los estudiantes le dieron el éxito para lograr seis formaciones en diferentes ángulos y una pirámide con una altura de casi cinco metros.
Luego de las presentaciones en actividades ganó en prestigio, las personas olvidaron su nombre pero se le recuerda como “la cubana”.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Trágica noche



por Nuria Barbosa León, 
periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba

Para Mohamed Abu Srour,  estudiante de medicina en la nación cubana, Israel representa el horror protegido con sus armas modernas, chalecos y cascos antibalas, ellos arrasan con las casas de los refugiados, matan a los integrantes de la familia, encarcelan sin razón y siembran en los niños miedo y llanto.

Su infancia y adolescencia transcurrió en campamento de refugiados de Aida en la ciudad de Belén y relata con dolor lo ocurrido a su familia hace apenas unos años.

Las celebraciones de las fiestas de Al-Aid, al finalizar el Ramadah, la familia de tíos y primos se reúnen con el propósito de compartir comida y bebida y al finalizar todos quedan exhaustos.

En la fatídica noche, al concluir las fiestas decidió estudiar el contenido del preuniversitario por la cercanía de exámenes, junto a él, el sueño placentero de su hermano mayor.

En pleno silencio de la madrugada, levantó la vista de los libros y sin saber cómo, un soldado israelí le apuntaba con su arma en el mismo momento que otros pidieron al hermano que se quitara la ropa, le pusieron las manos en la espalda, lo esposaron con una cadena, le cerraron los ojos con una tela negra y se lo llevaron sin otra explicación.

Los padres acudieron a la comisaría más cercana y regresaron sin noticias, su nombre no apareció en los registros de los encarcelados y tampoco se brindó información a los familiares del lugar donde se encontraba. Al cabo de los cinco meses, por otro preso se conoció del paradero.

La única defensa atinada a realizar por Mohamed ante la irrupción a su casa, fue lanzar piedras a los soldados y su hermano menor lo siguió. En un ataque de soberbia los israelíes dispararon contra los jóvenes y el hermano resultó herido en la parte baja del vientre. La bala se alojó en la próstata, no es posible retirarla con una cirugía y actualmente vive con un padecimiento renal.

La historia da fuerzas a Mohamed para militar en el Partido, organizarse y continuar la lucha emprendida 63 años atrás contra la ocupación de los territorios palestinos, porque aprendió que las semillas germinan en los campos minados.

sábado, 27 de octubre de 2012

El Traductor


por Nuria Barbosa León, 
periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba

El congolés Freddy Ilanga Yaité, bastante joven en la década del 60, participó en las guerrillas africanas con la aspiración de independizar a su país de la metrópoli francesa.

Le llamó la atención la piel blanca del jefe, los ojos muy negros en contraste con su cabello de igual color, el acento latino, las historias de otro continente, el andar con una boquilla de mate entre las manos y el desafío al asma constante.

Freddy aprendió algo del idioma español y por eso lo designaron como el traductor. Lamenta no haber confiado más en el Jefe desde el inicio, pero en su niñez y juventud aprendió que los hombres blancos llegaron a África a saquear, invadir territorios, dividir tribus, desterrar familias, perseguir, matar y asesinar con el propósito de acumular riquezas con lo valioso del continente negro.

Sentía un gran respeto por el Jefe, todos los miembros del grupo acataban sus órdenes sin miramiento alguno y hablaban de él con honor y admiración.

Una noche se avecinaba una tormenta, la orden fue proteger todos los equipos, armas, medicinas y que cada cual hiciera su trinchera con los medios a su alcance.

Fredy no tenía otra protección que sus propias ropas, ni siquiera un nylon o una sábana por lo que se enroscó en la tierra cerca de unos arbustos, en medio de la oscuridad rezando a sus ancestros y recordando una cena familiar.

Escuchó un ruido, como de unas pisadas, su reacción fue encorvarse más para no ser visto, entonces una voz en español le dijo:

-¡Soldado! Diríjase a la jefatura y recuéstese en mi cama.

Reconoció inmediatamente al jefe y la orden fue cumplida al instante. Penetró entre los arbustos que hacían función de casa, en breves minutos se echó en el rústico mueble que sólo poseía algunas telas como colchón, sintió calor y quedó dormido al instante.

Al despertar, al otro extremo de la cama, sintió la respiración asmática de  aquel hombre que luego de su recorrido por todas las posiciones de la tropa, durmió algunas horas compartiendo con un subordinado su única prenda valiosa, una frazada.

Del Che, además, conservó el grato recuerdo de influir en la decisión de estudiar en Cuba, convertirse hasta su muerte en el año 2005 en Especialista en 1er Grado en Neurocirugía Pediátrica y trabajar  durante toda su vida en el habanero Hospital Infantil “Pedro Borras Astorga”.

Anécdota narrada por el Dr. Hiram Sánchez Bared

lunes, 17 de septiembre de 2012

Números que hablan


Nuria Barbosa León, 
periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba

Mi madre, cubana de 72 años de edad,  padece de una obstrucción en las arterias coronarias, asociada a una diabetes con dependencia de la insulina y malos hábitos alimentarios durante parte de  su vida, actualmente convalece de una cirugía revascularizadora a corazón abierto.

Previamente le fueron indicados varios tratamientos con medicamentos y coronariografías en las cuales se colocó cinco endoprótesis vasculares (stent coronarios) conocidas popularmente como muelles. 

En varios años no sufrió malestares,  pero hace unos días presentó un dolor agudo localizado en el pecho (angina). De inmediato la hospitalizaron para controlar la diagnosis y hacer una nueva exploración, se perseguía visualizar el estado actual de las arterias de su corazón. Tras este proceder, el equipo médico determinó practicarle una cirugía mayor porque su padecimiento le obstruyó uno de los troncos principales que irrigan el corazón.

En la preparación para la cirugía la internaron durante unos 20 días, se le midieron sus parámetros vitales con electrocardiogramas, rayos X de tórax, análisis clínicos, microbiológicos y bioquímicos, ecocardiogramas, ultrasonografía con técnica doopler para visualizar flujo sanguíneo de arterias del cuello y los miembros inferiores y superiores, además de ultrasonido abdominal y atención en consultas especializadas de angiología, estomatología y anestesiología.

La técnica consiste en reparar el flujo arterial de los vasos cardiacos a partir de la creación de puentes vasculares restableciendo el flujo circulatorio en el órgano vital. Se toman tejidos vasculares de sus extremidades inferiores o superiores. Una vez operada requiere de cuidados intensivos por tiempo indeterminado y otra estancia postoperatoria con internamiento de aproximadamente 20 días.

Lo curioso es que mi madre no es la única, la sala del piso 16B del Hospital Hermanos Ameijeiras, en  La Habana beneficia a 22 pacientes en situaciones similares y una docena de ellos están siendo valorados para cirugías, pero si multiplicamos que cada en cada jornada laboral se intervienen quirúrgicamente de dos a tres enfermos, la cifra redondea los 80 casos al mes, siendo centenares los operados en el año. Asombra aún más, porque el proceder se realiza en diferentes hospitales del país.

Si la multiplicación la hacemos a lápiz, debemos agregar que cada caso recibe una hospitalización de aproximadamente un mes, con alimentación para el paciente y el acompañante, avituallamiento de ropa de cama y pijamas, televisión, servicio de enfermería, electricidad, agua y limpieza por 24 horas. Entonces, la cifra no cabe en una línea.

Cabe destacar que a los pacientes no se le pregunta filiación política, estatus social, procedencia, raza, religión o vínculo laboral. En ocasiones  se solicita una simbólica  donación voluntaria de sangre aunque durante la intervención suelen aplicarse un promedio de seis bolsas de 500 mililitros de glóbulos rojos, con plasma, plaquetas y otros hemoderivados. 

Es imposible decir el costo de tal cirugía en términos financieros porque el paciente siente cariño de sus familiares, sonrisas de los trabajadores, atención esmerada de los médicos y mucha paciencia de los enfermeros.

Mi madre, que ama la música de Pablo Milanes, siente el orgullo de decir: “No vivo en una sociedad perfecta”, por eso, “amo a esta Isla”.

martes, 4 de septiembre de 2012

Testigos


Nuria Barbosa León, 
periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba

En la década de los 90, Cuba vive una crisis económica sin precedentes. En el año 1991 se desploma el campo socialista y la Isla pierde el 80 por ciento de sus importaciones. El combustible alcanza, sólo, para ocho horas de electricidad al día, los alimentos escasean porque los campos pierden sus volúmenes con las maquinarias paradas, por falta de piezas de repuestos, y la desaparición de los fertilizantes químicos. 

Con estos daños conocidos por el imperialismo, se recrudece más el bloqueo para acentuar la crisis. En la misma medida, se estimula la emigración como única salida ante el deterioro del modo de vida del cubano y una etapa que se hizo llamar Período Especial. El imperio buscaba una excusa rápida para desestabilizar al país e intervenir militarmente

En el año 1994, la imagen de los balseros desnutridos y deshidratados en medio del mar, pidiendo socorro, recorre el mundo en una gran campaña mediática. La opinión pública se manipula para hacer creer la inviabilidad del socialismo como alternativa necesaria ante el consumismo brutal de un capitalismo irracional.

El quinto día de agosto, la Habana resulta un hervidero. Las emisoras extranjeras radicadas en La Florida exaltan a las masas para un conflicto dentro de la Mayor de las Antillas. Muchas personas se concentran en las calles céntricas donde se encuentran los principales comercios de la capital, el furor provoca un lanzamiento de piedras hacia las vidrieras.

Alrededor de las cinco de la tarde, hubo una gran confusión, los obreros de la construcción con el pulóver identificativo del Contingente Blas Roca llegan en camiones y se desplazan en columnas por la avenida Malecón y la calle Galiano.

Pero un gran tumulto de personas corre en varias direcciones, una frase se regó en la multitud: “Llegó Fidel” y todos van hacia el Paseo del Prado.

El pueblo ve a su líder, -con unas pocas escoltas a su alrededor en medio de la muchedumbre-, caminando rumbo al Malecón y a una pregunta de un periodista declara: “Me enteré que a los revolucionarios le están tirando piedras y vengo a buscar mi cuota”.

Ante tamaña valentía, la consigna: “¡Esta calle es de Fidel!” se corea enardecida. A partir de ahí, las personas tuvieron un solo sentido: caminar detrás del líder. 

En un instante se definió la Revolución en la continuidad de su curso.

Pago de Deuda



Nuria Barbosa León, 
periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba

--¡Tienes una acusación grave!, Teniente Cañuela — dice el Capitán en su oficina luego del matutino en la plazoleta de la unidad. 
El capitán siempre lo llama por su apellido para no mencionar el apodo de Bory. Su nombre, con varias sílabas difícil de pronunciar y escribir, recoge en un vocablo el de los abuelos pero al conjugarse junto a los apellidos suena como una malapalabra.
Enseguida reflexiona en su actuar como Instructor de la Policía. No dilucida cuál de los hechos ocurridos con ladrones, prostitutas, proxenetas, carteristas, funcionarios corruptos, violadores, estafadores y todos los demás oficios prohibidos puede motivar “tal acusación”. Pregunta:
--¿De qué se trata?
El Capitán en ocasiones anteriores lo requirió por su apariencia. En su vestuario de civil, gustaba colocarse la gorra con la visera hacia atrás, usar el pullover de colores llamativos y con letreros en inglés, los pantalones caídos a la cadera exhibiendo el calzoncillo y ajustados con una faja ancha enganchada con una hebilla gigantesca y plateada. El calzado, zapatillas deportivas con una marca al relieve, sin importar la veracidad o la calidad del zapato. No concebía la prohibición de usar con el uniforme un tatuaje o un pircer porque de no existir la ley ya lo tendría colocado. Imagina, en su ego, los rostros envidiosos para con él. 
El ser policía le posibilita un buen salario que lo emplea íntegramente en su afán de imitar a los cantantes de reggetón, sobre todo, los extranjeros. De ahí su pasión por los musicales de la tele, y andar con audífonos en los oídos. Memoriza temas de Daddy Yanquee, Don Omar, Vico Ce, y persigue a los cantantes cubanos como Gente de Zona, Los Cuatro, El Chacal y Osmany García, porque para eso su carné del MININT le permite entrar a los club sin pagar el cover en CUC, excesivamente costosos para un joven. Se obsesionó con obtener un celular, significa el accesorio necesario para completar sus atributos. Cuando lo obtuvo puso en la pantalla una imagen de una mujer con el torso desnudo, con pequeños vídeos pornográficos y en el timbre de las llamadas el gemido de una voz femenina haciendo el sexo.
--Te acusan de abuso sexual. – Habla el Capitán y Bory hace un gesto de asombro. Se sabía con suerte para  con las mujeres. Sólo una mirada o una expresión y adivinaba con quién terminar la noche. Alguien le dijo que con sus 24 años y su cara tierna conseguiría a todas las mujeres que quisiera y cómo las quisiera. Veredicto muy cierto. El capitán concluye su frase  –Te metiste con una, en el baño de la estación, y te la templaste.
Bory no creyó escuchar bien, hurga en su memoria y sólo pudo ser ella. Ese día se produjo un ajuste de cuentas por deudas y hubo un lesionado con arma blanca en una bronca callejera en el barrio de Cayo Hueso. El herido fue internado en el hospital y el otro conducido a la unidad. Tomó el caso porque ocurrió en su guardia. 
Ella, morena, arrastrando tacones muy altos, con pestaña y uñas postizas, tatuaje encima de las nalgas, blusa corta y pantalón a la cadera. Todo su cuerpo despierta el afán morboso de la provocación. Se insinuó mostrando sus senos recogidos y abultados en el ajustador. En un susurro dijo en la oficina de los oficiales con otras personas presentes: “Vengo a buscar a mi novio”.
Su mirada, escondida en lentes de contacto de color, combinaba perfectamente con su piel y pelo. En su sonrisa, de dientes blancos, destacaba la incrustación en oro del colmillo de la izquierda. Su cuello y manos ostentaban cadenas y pulseras doradas. Para nada escuchó la explicación de Bory. Optó por posiciones provocativas de forma que el busto cayera en el mismo centro de la mirada del policía. Sus manos buscaban chocar con los muslos del joven muy cercano a la portañuela. Con pocas palabras y modales exagerados pidió sacar a su novio y para ello pagaría con dinero y con su cuerpo. La conversación se prolongó y los artilugios de la mujer extendieron el diálogo.
--Es imperdonable que los baños de la unidad se utilicen como posada –dice el Capitán con furia, --Ya ustedes no tienen qué inventar.
Se refiere a los subordinados que viven en el albergue, proceden de las provincias orientales, duermen en literas y su único mobiliario es de una taquilla para colgar el uniforme. Bory llegó de Manzanillo, su infancia y adolescencia transcurrió en una finca perteneciente a una cooperativa, allí su papá labora de sol a sol, en los cultivos. Nunca faltaron los alimentos y hasta se comía mejor que en La Habana, pero sus aspiraciones se ubican lejos del campo.
Supo de la captación para la policía a través de un socio que trabaja en la Unión de Jóvenes Comunistas, se presentó en el Comité Militar y ahí le iniciaron los trámites para irse a la capital. Como su nivel académico superaba el doce grado, le propusieron la escuela de oficiales de la policía y soñó con ser un detective. Pasó el curso para instructores y al concluir le otorgaron el municipio de Centro Habana.
En los primeros momentos su recorrido consistía en ir del albergue para la unidad por las mismas calles, pero cuando conoció el entorno se expandió hasta deambular por cualquier vía sin miedo alguno. Conoció lo más sucio de las personas y supo identificar lo marginal en la sociedad. Su modo de hablar no perdió el acento inconfundible del oriental adulterando las frases en español pero lo combinó con la jerga habanera en un engendro perfecto. Aquel día, luego de un rato de conversación con provocaciones sexuales ella le pidió ir al baño. El Capitán le propuso en este instante: 
--Te muestro el vídeo del interrogatorio.
Enciende el televisor de la oficina y ahí su imagen, ya sin maquillaje, con el pelo desarreglado y los ojos sin lentes, llenos de lágrimas. Su hablar, bajo y pausado: “Fuimos para el baño de la unidad que queda al final del pasillo, entramos y el oficial Bory cerró la puerta, me insinuó que le chupara la pinga por lo que se recostó a la pared y yo me agaché. Coloqué un preservativo con los dientes y entonces me inclinó sobre el lavamanos y me la metió. Yo no quería, él me obligó con tal de sacar a mi novio”.
--Eso no es verdad, --grita Bory—no se da cuenta con quién habla.
--Todos los acusados dicen que son inocentes –responde el Capitán – Tengo muchos años en el giro, tu actuar y vestir me dicen que en otros momentos lo has hecho pero nadie te ha metido en la candela.
El día de los hechos, en la oficina, varias personas los vieron conversar, luego se fueron al baño y nadie sabe qué pasó después. El Capitán continúa:
--Ahora mismo me das la chapa, las identificaciones, el arma y todo lo demás. Te vas para La Cabaña, a la unidad de castigo.
Bory protesta, quiere explicar y el Capitán sentencia:
--Hasta que se pruebe lo contrario, eres culpable –hace un gesto acusatorio --La ingenuidad y la culpa tienen el mismo castigo.

El Reencuentro


Nuria Barbosa León
Los rasgos físicos Jacob Alejandro Ñancupil le identifica ser un descendiente de los pueblos originarios de América Latina.
De estatura pequeña, ojos rasgados y muy negros, labios frondosos y dentadura blanca, pelo negro y lacio, hablar bajo y pausado, andar lento y de pasos cortos. Muestra la timidez en su persona de una comunidad mapuche, excluida por siglos de una sociedad que los redujo hasta casi el exterminio y les arrebató su tierra y cultura.
Jacob es uno de los siete hijos de un padre agricultor en la provincia de Río Negro en la ciudad El Bolsón de Argentina que temió del poder de la discriminación y no quiso transmitir a sus hijos su lengua y su cultura para que no fueran negados en su entorno social.
Sin embargo la sociedad argentina le brindó a Jacob los oficios de ayudante de carpintería y albañilería, obrero en la instalación de agua y gas, que debió combinar con estudios nocturnos para concluir su formación académica preuniversitaria.
Un hermano habló de la oportunidad de estudiar medicina en Cuba y aunque su inclinación vocacional tendía hacia el arte y la literatura, se decidió por la beca cubana porque podría estudiar a tiempo completo, sin pagar matrícula, libros, alimentación y vestuario.
Al llegar a la Isla conoció otros jóvenes chilenos y argentinos pertenecientes a su etnia quienes le transmitieron los valores de un pueblo ancestral que se destaca por su valentía y el amor a la tierra como fuente de valor para la vida.
Así, en Cuba, Jacob asistió a la ceremonia del Wei Tri Panto para dar la bienvenida al año nuevo mapuche el 14 de junio, y junto a los ritos para agradecer a la Mapu (tierra) vistió por vez primera el atuendo de su pueblo, compartió la comida a base de cordero, bailó danzas producidas por la percusión del cultrum y el viento de tutruca.
Sólo entonces, escribió a su padre que Cuba le sirvió no sólo para formarse como médico sino para reencontrarse con su gente.