En su natal Camagüey, Olga Lidia Solís Arias
conoció de las primeras reglas del baloncesto en la década del 60. Aunque no
participó en torneos internacionales importantes ama al deporte y dedica su
labor profesional a la selección, preparación y atención a los atletas.
En sus estudios de secundaria y preuniversitario
defendió equipos en varias competencias dentro del país y merece ser incluida en
la preselección nacional, de ahí cursa la licenciatura en Cultura Física en la
capital cubana para luego dedicarse a impartir la asignatura de Educación Física
en una escuela primaria por 25 años.
Enseñar a niños la curte en proponer a los
entrenadores los talentos deportivos, pero su mayor logro consiste en aglutinar
a más de 150 educandos en una tabla gimnástica para participar en festivales
deportivos a nivel de municipio y provincia.
Para elaborar su tabla, selecciona a los niños que
por lo general están a la zaga, rechazan las prácticas, y no aman al deporte,
pero por la presión de ir a un evento y quedar bien ante un público los hacen
ganar en disciplina, responsabilidad y ansiar el bien colectivo por encima del
individual.
Con esa experiencia elaboró una tesis de maestría
y por sus resultados profesionales la condujeron a prestar colaboración técnica
en Venezuela.
Llega al estado de Anzuátegui en agosto del 2007 y
en su trabajo atendió las labores de deportes del parque del gobernador
inscripto por Eloy Alfaro, en la Parroquia Puerto la Cruz, del municipio
Zotillo, consistente en las terapias deportivas para adultos y de la tercera
edad.
Para su sorpresa también impartió clases en la
escuela privada “Luces y Virtudes” donde prima el individualismo, los niños
gustan hacer su placer ante cualquier actividad diaria, se le justifica porque
pagó por estar en ese lugar y le es permitido su voluntad.
En los primeros ensayos, los niños no se
concentraban, pedían ir al baño, comer merienda, tomar agua y liberar energías
en cualquier momento, lo cual no favorecía para realizar una coreografía que
requiere concentración y paciencia.
Por tanto fijar horarios en la práctica con receso
de cinco minutos cada media hora, hablar con los infantes en privado y atacar
las causas de cada reacción negativa en los estudiantes le dieron el éxito para
lograr seis formaciones en diferentes ángulos y una pirámide con una altura de
casi cinco metros.
Luego de las presentaciones en actividades ganó en prestigio, las
personas olvidaron su nombre pero se le recuerda como “la cubana”.
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